Es una maravilla contemplar este edificio reconocible desde la calle, levantando la mirada tanto que duele, pero las vistas realmente maravillosas se disfrutan desde los observatorios en los pisos 86 y 102.

El Museo Etnográfico se encuentra en un antiguo granero que data del siglo XVI, donde se puede ver la atención que los habitantes de Dubrovnik dedicaban al almacenamiento del grano. La República de Dubrovnik guardaba todas las reservas estatales de trigo, cebada y mijo en profundos silos llamados "rupe", tallados en piedra y revestidos con un material impermeable que mantenía el grano a una temperatura de 17ºC. La economía rural tradicional y la arquitectura de la región de Dubrovnik se encuentran en el primer piso. Los trajes folclóricos y la artesanía textil se pueden ver en el segundo piso.

El municipio cuenta con un total de cuarenta y seis reservas naturales con una gran variedad de flora y fauna, además de un santuario de pájaros. En su interior encontrará praderas y grandes bosques donde podrá practicar un sinfín de actividades al aire libre. En Simlångsdalen, puede navegar en kayak por los ríos y lagos. Si le gusta pescar, Nissan y Fylleån son el lugar ideal para pescar salmón y trucha. Si se decide por los lagos, pruebe a echar el anzuelo a lucios, lubinas y truchas arcoíris. La región cuenta con 200 kilómetros de rutas para ciclistas. La ruta de Ginst le llevará por la costa de Halland. La ruta de Hylte le adentrará en la boscosa naturaleza de Nissadalen y Cykelspåret (carril bici) a través de diferentes tipos de terrenos. La ruta de Banvall se extiende 250 kilómetros entre Halmstad y Karlshamn. Si le gusta la escalada, tiene muchos lugares para descubrir. La ruta de Prins Bertils recorre la costa desde el castillo de Halmstad hasta Tylösand. Allí, se adentra en el interior y termina a 18 kilómetros del castillo, en la reserva natural de Möllegård. La ruta Hallandsleden tiene 380 kilómetros y se abre camino por la región de Halmstad. También hay numerosas rutas y caminos cerca de la ciudad. Junto al centro se encuentra Galgberget y, un poco más lejos, Haverdal y Steninge, además de los bosques de Skedala, Simlångsdalen y Kvibille.

Los inmigrantes que llegaron a los Estados Unidos, a Ellis Island, a finales del siglo XIX disfrutaron de esta inmensa estatua, una representación de la libertad y los ideales estadounidenses, como su primera vislumbre del país. Aunque ya no tiene el brillo del cobre original, los visitantes acuden aquí para ver de cerca uno de los símbolos más duraderos de Nueva York.