Las magníficas estatuas de los dragones, símbolo de Liubliana, son una de las principales atracciones de la ciudad. El Puente de los Dragones se construyó entre 1900 y 1901 y se dedicó al emperador austríaco Francisco José I. Se considera una obra maestra de la arquitectura del estilo Secesión. Además, cuando se terminó, fue uno de los primeros puentes de hormigón reforzado en la Europa de su época.

El Museo del Cine en el Albertina es una visita obligatoria en Viena para los amantes del cine. El museo engloba una colección que abarca desde los primeros días al presente, con películas, fotografías y literatura de cine. Más información en www.wien.info/es/sightseeing/sights/from-a-to-f/film-museum

El Teleférico es una forma cómoda de admirar las vistas sentado, si no teme las alturas, claro está. Este teleférico fue construido por primera vez como parte de un parque de atracciones y alcanza una altura de unos 40 metros por encima del suelo. El trayecto dura diez minutos y una vez que haya alcanzado el destino, Casa de Campo, se puede disfrutar de una vista espectacular de la ciudad, así como tomar algo de comida en el restaurante.

La gran plaza del mercado que se encuentra en el corazón de la ciudad está rodeada por muchos lugares que no puede dejar de ver. Cada día se instala en la plaza un mercado donde podrá comprar todo tipo de sabrosas delicias, flores y especias. La ampulosa Fuente Hermosa es protagonista indiscutible de muchas fotografías. Los dos anillos de la verja atraen en buena parte la atención. La leyenda dice que si se gira el “anillo” dorado mientras se pide un deseo, este se cumplirá. El otro anillo, el negro, da buena suerte a las mujeres con niños. La plaza principal del mercado se caracteriza por la fachada de la Iglesia de Nuestra Señora, construida como capilla real e imperial. Todos los días al mediodía, el "Männleinlaufen" (reloj mecánico y glockenspiel) se pone en marcha. ¡Un acontecimiento que no puede perderse!