Un paseo en carruaje tirado por dos caballos es un momento destacado del viaje a Viena para muchos turistas. Hoy día es difícil imaginar el paisaje urbano sin los carruajes vieneses tirados por caballos. Una excursión en carruaje de caballos es una forma muy agradable de explorar la belleza de la ciudad. Se pueden encontrar paradas de carruajes en Stephansplatz, Michaelerplatz, Heldenplatz, Albertinaplatz, Petersplatz y fuera del Burgtheater. Más información en www.wien.info/es/sightseeing/fiaker-horse-drawn-carriage

Kristianopel es una pequeña población con una apasionante historia, situada a unos 40 km al norte de Karlskrona. Cuenta con pequeños comercios, restaurantes y una cafetería muy popular. Podrá encontrar alojamiento en el camping, en el puerto o en un "Bed & Breakfast". Como mejor se disfruta de Kristianopel es paseando entre sus casas de madera y observando sus jardines repletos de rosas. Perciba el aroma de las rosas y del mar. Siéntese en un banco del puerto y mire al horizonte, donde podrá intuir la costa sur de la isla Öland.

Los inmigrantes que llegaron a los Estados Unidos, a Ellis Island, a finales del siglo XIX disfrutaron de esta inmensa estatua, una representación de la libertad y los ideales estadounidenses, como su primera vislumbre del país. Aunque ya no tiene el brillo del cobre original, los visitantes acuden aquí para ver de cerca uno de los símbolos más duraderos de Nueva York.

El Cordero Místico, de título completo “La Adoración del Cordero Místico”, de los hermanos Van Eyck fue presentado en 1432 y está reconocido mundialmente como cumbre artística y como una de las pinturas más influyentes jamás realizadas. Visitarlo es algo que no puede faltar en ninguna estancia en Gante. Sus 18 paneles en total presentan una mágica evocación bíblica que contiene, entre otras cosas, un retrato del donante y administrador eclesiástico Joos Vijd y de su esposa Elisabeth Borluut. El monumental Cordero Místico fue pintado sobre paneles de roble cubiertos de finas capas de una mezcla de tiza y cola de origen animal. Las figuras se aplicaron mediante numerosas capas de óleo. La combinación de trabajo de miniatura y pintura traslúcida aporta una dimensión adicional, como podrá comprobar de primera mano cuando esté ante esta obra maestra. Parece que la pintura emite un resplandor interno, un fulgor divino. Hubert Van Eyck pintó una parte del políptico del Cordero Místico, pero no pudo terminarlo. Se piensa que su hermano menor Jan, un maestro absoluto de la pintura, habría completado esta obra magistral unos años tras la muerte de Hubert.