Dubái puede ser famosa por el brillo y el glamour de sus altísimas torres, pero el verdadero corazón de la ciudad es, y siempre será, el arroyo. El estuario de agua salada es el sitio original donde se asentó la tribu Bani Yas, y sus aguas fueron vitales para lo que solían ser las principales formas de economía de Dubái: el buceo de perlas y la pesca. El área alberga el Museo de Dubái y el Museo de Shindagha, la zona de tiendas junto al mar Al Seef, así como los callejones laberínticos de los zocos de oro, especias y textiles. Mientras esté en el arroyo, es imprescindible dar un paseo por el agua en un abra tradicional.

Los muros de contención del Canal del Danubio constituyen un gigantesco lienzo. Se permite a los grafiteros pintar sus obras de arte donde deseen y es perfectamente legal, además. Merece mucho la pena verlo.

El elegante Palacio de Soestdijk está en la finca entre Soest y Baarn, cerca de Amersfoort. El palacio ha servido para muchos propósitos en su larga vida. Dos veces estaba utilizado como cuartel militar, pero también sirvió durante mucho tiempo como uno de los palacios favoritos de la familia real. Hoy en día, el palacio es un museo y un lugar de eventos. Visita y disfruta de los jardines encantadores del palacio, de una visita guiada por el palacio o de un concierto.