Aunque los georgianos no son los mayores admiradores de su herencia soviética, este gran ejemplo del brutalismo de los años 70 de Tbilisi no debe perderse. Construido sobre pendientes empinadas en la calle Nutsubidze, es una de las construcciones más peculiares que jamás verás. Los tres bloques de apartamentos están conectados por un puente que los atraviesa. Desde el puente aéreo, también puedes ver una bonita vista de las zonas residenciales de Tbilisi. Una vez que esté arriba y cruce el puente, gire a la derecha y camine por las calles sinuosas y admire el saber hacer arquitectónico del Cáucaso: adiciones semilegales a bloques residenciales de todas las formas, tamaños y materiales.

El impresionante palacio barroco situado en la parte oeste de Múnich se construyó como residencia de verano de los príncipes electores bávaros. El edificio principal alberga en la actualidad un museo. En su gran parque hay numerosos pabellones y edificios más pequeños y un exótico invernadero con una cafetería. Luis II de Baviera, el "rey Loco", nació en el castillo de Nymphenburg. Su castillo más famoso, el castillo de Nauschwanstein, se encuentra en las espectaculares laderas de los Alpes y es un lugar magnífico para visitar en un día.

El Museo Frans Hals de Haarlem es el hogar de la mayor colección de pinturas de Frans Hals en el mundo, el más famoso pintor de Haarlem del Siglo de Oro, especializado en retratos. Además de cuadros de Hals, el museo cuenta con obras de sus predecesores y sus contemporáneos. Muebles, cerámica, vidrio y plata también están en exhibición. Las primeras pinturas datan del siglo 16. Son representaciones principalmente bíblicas. Alrededor de 1590 Haarlem se convirtió en el punto central de un nuevo estilo: Manierismo, pintando magistralmente figuras en posturas contorsionadas. En el siglo 17, Haarlem era una ciudad poderosa y próspera y un centro de arte y cultura. Los pintores de la Edad de Oro se concentraron en temas cotidianos: paisajes, escenas de género, retratos, bodegones y vistas a la ciudad.

Un viaje a París no estría completo sin una visita al legendario Moulin Rouge. Desde 1889, este icónico hito parisino ha ostentado el título del cabaret más famoso del mundo, gracias a su can-can francés y los espectáculos más grandes que la vida con bailes coreografiados por expertos, decorados elaborados y disfraces glamorosos. Beba champán francés y disfrute de una cena en un hermoso lugar de la Belle Époque, y experimente el espectáculo Féerie, que seguramente recordará en los años venideros.